miércoles, 21 de marzo de 2012

Tal para cual

En las multitudes que desbordan las calles y los subtes de Tokio puede darse, en raras ocasiones, la singularidad de un encuentro de almas. Y allí están ellos, sentaditos frente a mí, uno al lado del otro, sin conocerse ni mirarse, pero evidentemente unidos por el alma. Me pregunto si lo habrán sabido ellos mismos. Pero queda claro que son uno solo.



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