La escena musical

En un barco por la bahía de Tokio hay fiesta de verano. Se convoca a vestir yukata y se proporciona bebida libre. Hay tomatina y serpentina. Y se monta el espectáculo de danza transcultural:

¡A bailar!

Élvises

Parque Ueno y domingo por la tarde, el rejunte de los frikis. En este caso, en este parque y en este domingo, los frikis son amantes del rocanrol.

Muchachos y muchachas se están divirtiendo... al ritmo del twist.

Kabuki

Visita al teatro antiguo de Japón, el kabuki. Nos invitaron de la universidad para ver una obra de kabuki. En un sábado de lluvia, resultó ser el programa ideal para pasar la tarde y aprender un poco más de las artes dramáticas tradicionales. Fuimos los ponjas al Teatro Nacional de Tokio, una especie de TMGSM, a una función didáctica con traducción simultánea al inglés. Fue una "clase de apreciación" de esta forma teatral, como decía en el folleto. Hicieron una primera media hora de explicación del kabuki y sus fórmulas artísticas. Y después de un intervalo vino la función en sí, con la obra Shunkan, un dramón acerca de un monje exiliado en una isla remota que sufre y no puede regresar. Entre el público abundaban los contingentes colegiales, muy disciplinados, como es típico de nosotros, los ponjas.
Fue una bella experiencia que nos dio sabor al alma y amor al arte.

El teatro, sus lámparas y su telón:

Siga el baile

Bicicleteando inocentemente por Ginza, nuestro ponja encuentra otra sorpresa más de la cultura del lugar.
Un estruendo persistente lo sobresalta, quizás la llegada de las huestes enemigas, quizás la retirada de una cumparsa, quizás el paso de una columna peronista. El ponja avanza con precaución y susto. Al doblar en la avenida ve el alegre espectáculo montado sobre un camión. Ponja se une a un público improvisado y unánimemente sorprendido. Y escucha:

Con gran despliegue físico, las percusionistas han brindado su arte.

Mientras se apaga el rumor de los tambores, se procede al retiro ordenado de los presentes:

Pomo d'oro

Una fruta es un lujo en estas lejanas lejanías, se sabe. En nuestro institiút, siempre ponen galles y budincillos para la hora del té (las tres de la tarde). Hoy hubo lujo. Hoy hubo tomates (¡y porotos de soja!) en hielo para acompañar el café (y el té). Sabroso.

Café París

Al ponja común le gusta la cosa frachuta, las patisseries, los cafés con mesitas de hierro en la vereda, los vinos, la Torre Casi-Eiffel. En un café paramos a tomar unas copas y ver el mundo pasar. Simplemente eso, quería contarles.

El bife a punto

Es típico de las vidrieras de los restaurantes mostrar maquetas de plástico con muestras de los platos disponibles. En general, tienen bastante realismo de textura y color. Nada de truchismos a medias; existe toda una industria de la gastronomía en plástico. Y es muy útil para el ponja foráneo porque le permite hacer su pedido con el dedito y sin hablar el complejo idioma del lugar. Uno no llega a tentarse con esas naturalezas muertas, salvo que venga con mucho ragú. Pero es de suponer que el fin de los dueños de restaurantes es justamente ése, atraer el ojo del hambriento.

Muestreo: