Un estruendo persistente lo sobresalta, quizás la llegada de las huestes enemigas, quizás la retirada de una cumparsa, quizás el paso de una columna peronista. El ponja avanza con precaución y susto. Al doblar en la avenida ve el alegre espectáculo montado sobre un camión. Ponja se une a un público improvisado y unánimemente sorprendido. Y escucha:
Con gran despliegue físico, las percusionistas han brindado su arte.
Mientras se apaga el rumor de los tambores, se procede al retiro ordenado de los presentes:
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