La cultura del rock le ha hecho mucho daño a nuestra juventud. Si no lo creen así, vean esta prueba que logramos obtener en un bar cercano a la estación de Kashiwa, un sábado cualquiera a la noche.
Al ritmo de los abanicos y con el dueño del bar, el típico hippie japonés, sentado en nuestra mesa (en primer plano, a la izquierda). Nuestro bar favorito, por obvias razones.
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